Querido hijo:
Con el sentido
fraternal que debe caracterizar a todas las madres que, como yo, llevamos
encerrados en nuestro fuero interno, los verdaderos sentimientos de amor y
fraternidad, nacidos al calor del más puro y acendrado cariño que imaginar
pudiera el ser humano, me estoy dirigiendo a ti para recordarte tu ineludible
deber, como buen hijo que eres, de brindarnos la feliz oportunidad de darnos tu
grata compañía durante los trabajos, aunque sea una o dos veces al mes.
Bien poco es lo que
te pido, querido hijo mío, ¿serás tan insensato que te niegues a responder a
la llamada, cariñosa y fraternal que te hace tu madre?
...Soy tu madre
simbólica, soy aquella que te abrió su corazón un día, que te acogió en su regazo
espiritual y te brindó la LUZ en nuestra amada Orden, para que pudieras seguir
orientándote en oscuro mundo profano, la que está dispuesta a salvaguardarte de
la maldad y de la ignorancia, que tratan de cerrarte el paso por doquiera. Tú me juraste fidelidad un día, ¿te
acuerdas?... y ya ves, me has abandonado. ¡Cuánto y cuánto sufro en las noches
de trabajo, cuando observo que solamente un grupo reducido de mis hijos vienen
a mi regazo!... se allegan a mí para escuchar los sabios consejos que, como buena
madre, debo impartirles, pero éstos no me bastan, me faltas tú. Dirás que soy exigente, pero... soy tu madre
simbólica y, como tal, estoy en el deber de reclamarte lo que justamente me
pertenece: la presencia constante de todos mis queridos hijos.
Tus hermanos
también te lo reclaman porque, como yo, sufren por el total abandono en que nos
has sumergido; sin embargo, te seguimos queriendo, queriendo mucho, porque
comprendemos que eres el hijo y el hermano bueno, sencillo, noble, cariñoso y
fraternal que está atento siempre a las más leves palpitaciones del dolor
humano; sin embargo, te has dejado llevar por la apatía y la indolencia, que te
han hecho caer de plano en un extremo que tal vez no pensaste. No obstante, ya es tiempo de que reflexiones,
no me abandones, ven a mí, a mi regazo, pues sigo esperándote con los brazos
abiertos. Además, piensa qué contentos
estarán tus hermanos cuando vuelvas a mí.
Te abraza
cariñosamente, En SALUD, FUERZA Y UNION
TU MADRE
LOGIA
